Un ánfora no es el cielo
es la mano de la amada
apaciguando el barro;
el cuerpo de una reina
sin tierra ni estancia.
Oficio de cuerpo quebrado
el de la alfarera,
levantada desde el cieno.
No hay desorden
para ella, sólo trabajo.
Medida del silencio
cuando el cuenco de las manos
rezuma tierra.
Gabriela De Cicco
Del libro "La duración", (Ed. Nusud, 1994)
3 comentarios:
Exquisito
Gabriela,
hermoso poema!
Gracias por el post.
Saludos!
Muchas gracias Julia y Charruita!
Besos, Gabby
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